Sentir el roce de tus dedos jugando entre los mechones de mi pelo, definiendo curvas sencillas sin llegar a tocar la cabeza. Cuando bruscamente llevabas tu cuerpo hacia mi haciendo un pequeño amago de darme un beso y finalmente dirigirte a mi oreja susurrando un “eres tonta”. Notar tu manos en la mías, acariciándolas con un cariño perceptible a la vista. Mirar en tu dirección y tener la certeza de que voy a encontrarme con tus ojos. Sentir un ligero roce de tus labios en la comisura de los míos, y dibujar formas en ellos. Tener a milímetros de distancia tu respiración, acompasada con la mía.
Puede que solo sean recuerdos, de un pasado lleno de cuentos donde todo salía bien y había finales felices. Porque no somos los mismos, cada uno ha seguido su vida. Vamos a ignorar la oportunidad que tenemos a nuestro alcance de que todo esto vuelva. Será lo mejor.
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